DOLMEN DE MONTELIRIO : LA JOYA DE LA CORONA



A partir de los resultados obtenidos en las campañas desarrolladas en el enclave que nos ocupa, el Dolmen de Montelirio se puede definir como un monumento megalítico de carácter funerario compuesto por un corredor y dos cámaras interconectadas por un pasillo. Aunque la estructura fue calificada como dolmen durante los trabajos arqueológicos en 1998, momento de su descubrimiento, no corresponde a esta tipología. Presumiblemente, la cubierta de su cámara principal no se realiza mediante grandes ortostatos si no a base de arcilla, tal vez sobre un armazón o cimbra vegetal, mientras que la cámara secundaria y el pasillo de conexión se cubren mediante aproximación de hiladas. Por su parte, el corredor sí presenta una cubierta a base de grandes bloques de piedra, tras un primer tramo que se desarrolla al descubierto. Las construcciones fueron excavadas en una elevación preexistente, quedando cubiertas por un túmulo de aproximadamente 70 metros de diámetro y un mínimo de 2,5 metros de altura aportada.
La teoría más factible es que se tratara del personaje principal de un grupo social como un clan, tribu o jefatura que habría sido enterrado con su séquito, según ha dicho el arqueólogo Álvaro Fernández Flores, director de las excavaciones.
El amplio número y selección de los individuos inhumados, su disposición y los elementos de culto (altares y ofrendas) y ajuar recuperados sitúan al dolmen de Montelirio como un caso único en su contexto regional y temporal, la Edad del Cobre del suroeste peninsular, según los arqueólogos que han trabajado en las excavaciones.

Autores y equipo de trabajo
Francisco Vera Usabal
Fuentes de información:
Álvaro fernandez (arqueólogo)