"EL MOSTO, UNA SEÑA DE IDENTIDAD DEL ALJARAFE"
EN EL OTOÑO LLEGA EL MOSTO A EL ALJARAFE
Hablar del mosto es hablar del Aljarafe, una de las comarcas
que circundan la capital. Su tradición le viene de lejos, una de las primeras alusiones
al cultivo de la vid la vemos reflejada en monedas de época romana republicana
de Osset con representaciones de racimos. Sevilla no en sí es una provincia vitivinícola,
su producción apenas supone el 0.5% del total de Andalucía, no existe
denominación de origen. Nosotros le llamamos mosto, pero obviamente no lo es, el
mosto es por definición el primer caldo de uva pisada o prensada antes de su
fermentación, que puede ser natural concentrada o con conservantes, pero en la
zona del Aljarafe se le llama Mosto, siendo éste el vino joven de escasa
fermentación, 40 días aprox. Y el resultado es un caldo fresco, con unos 11.5º
de alcohol, que se obtiene a partir de varios tipos de uva, como la palomino, la
zalema, la airén, la garrido, y la famosa uva Pedro Ximenez que según cuenta el
cronista oficial de la villa, D. Evaristo Ortega Santos, es originaria de
Castilleja de Guzmán, aunque en nuestra población el cultivo de la vid
desapareció a mediados del siglo XX.
El Mosto aljarafeño se consume en bares, restaurantes y
tascas, la producción empezó siendo casera y de consumo familiar y se está
poniendo de moda en otras ciudades como bebida de verano, para fomentar las
relaciones sociales, entre otoño y el invierno es el mejor momento para paladear
este singular vino, ya que es cuando llega a las bodegas en su sazón.
El mosto del Aljarafe abastece
a Sevilla y sus alrededores, no hay como probar un mosto y su sabor original.
Es fácil escuchar en noviembre la frase “Ya hay mosto en el Aljarafe”.
¿Cómo reconocer un buen
mosto?
Este ha de ser pálido como el agua, si es de uva zalema tendrá
un brillo aterciopelado. Si es de garria, tendrá un brillo completamente
cristalino. En todos los casos emana un discreto olor a manzana.
En la actualidad, Umbrete, Villanueva del Ariscal y
Espartinas conforman el” triangulo Vinatero” del Aljarafe.
Es el deseo de una Guzmareña que esta ruta turística que
tiene paradas de excepción en Sanlúcar la Mayor, Villanueva del Ariscal, Umbrete
y otras poblaciones más cercanas como Valencina, Olivares, o Bormujos, incluya nuestro pueblo y como dice la canción
de un coro rociero:
“Mosto de Villanueva
bajo la luz de la luna
suenan canciones de paz
que vienen por los caminos de
Castilleja de Guzmán”.
Estos municipios salpicados de antiguas bodegas se han
convertido en uno de los principales atractivos turísticos de la zona.
Empezamos nuestro recorrido por Valencina situado a 7 kilómetros de la capital
debió ser en época romana una calzada salpicada de “mutatios“ las que ahora
llamamos “ventas” en los caminos que hasta fechas muy recientes (siglo XIX) los
caminantes se paraban para beber un vaso de vino y como dice una copla .
“Camino de Valencina
beber en la
pañoleta
volver a beber en
camas
y beber en la
encomienda
tras beber en la
montaña.”
Este vino de la copla no es otro que el suave mosto del
aljarafe, en Valencina se obtenía de
los viñedos de la hacienda Tilly, o en
la hacienda Torrijos, en la actualidad son inexistentes, pero aún se puede beber
un buen mosto traido de Umbrete en la bodeguita el Huerterillo , Bodega El Chispa,
o en la Peña Flamenca Marín Ruiz.
Autor/a
Tania Araujo
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