INFORMACIÓN GENERAL SOBRE LA EXCAVACIÓN
Fases de ocupación
Para la investigación en profundidad se han
realizado análisis sectoriales para complementar la labor de campo, asistiendo
por ejemplo especialistas en antropología, geoarqueología, arqueoastronomía, aparte
de llevar a cabo estudios polínicos, estratigráficos, etc. En ese sentido, las
zanjas practicadas sobre las laderas del túmulo han servido para conocer su
topografía original, llegándose a analizar los pólenes de hasta 24 muestras en
total.
Los estudios practicados en estas muestras han
identificado una primera fase previa a la ocupación del dolmen que se
caracterizaría por la presencia de bosque mediterráneo y vegetación hidrófila,
muy común debido a la frecuencia con que se encharcaría la zona como
consecuencia de las propiedades de impermeabilización del suelo.
La cronología absoluta por Carbono 14 ofrece un
horizonte temporal de 3.200 - 2.900 a.n.e. para la construcción del dolmen,
produciéndose los enterramientos en torno al 2.900 - 2.800, según se ha podido
obtener a partir del análisis de la muestra tomada en la base del túmulo.
Interior corredor |
El
estudio de pólenes distingue también la existencia de herbazal nitrófilo, donde
el nitrógeno del suelo procedería de la actividad humana en la zona. Situación
que posteriormente se vería alterada por la presencia de herbazal ruderal,
mostrando un descenso de la actividad antrópica que se interpreta como el
cambio de uso a necrópolis, justo en el momento de la construcción del dolmen.
Adicionalmente, se han realizado análisis dentro
del conjunto funerario, por ejemplo, en las cenizas halladas en el altar, que
denotan la utilización de plantas aromáticas, medicinales, brezo y carrizo, de
las cuales las dos últimas fueron traídas ex-profeso para el enterramiento.
La construcción
Más allá del corredor y la cámara, el Dolmen de
Montelirio abarca todo el área de su túmulo, presentando en él las evidencias
de la ocupación humana desde la primera excavación realizada. Así por ejemplo,
antes de la construcción del dolmen se puede localizar un enterramiento y
varias huellas de postes, aparte de detectarse otros elementos en la
prospección geomagnética, como una necrópolis turdetana en la zona suroeste, o
una estructura circular y dos fosos en todo el área norte.
Sí se ha podido constatar a ciencia cierta la
paleotopografía previa del suelo que se pisaba en la fase de edificación, un
terreno de tonalidad marronácea con esquirlas de pizarra. A partir de ese
nivel, donde sólo existiría la cima amesetada de un cerro, se realizó un aporte
tumular que llegaba a medir 3 metros en la zona central, con un diámetro total
de 80 metros. Todo ello haría visible el túmulo hasta una distancia de 30
kilómetros hacia el este, orientación en la que el dolmen alcanzaría su mayor
impacto visual.
Una vez elegido el sitio, se abriría una
zanja donde se dispondrían las piedras como recubrimiento lateral, a base de
arenisca local y granito de la Sierra Norte. El corredor estaría dividido en
tres tramos diferenciados por lajas de pizarra dispuestas en vertical, una
compartimentación diferencial que además se destacaba pintando de rojo el dintel.
Este pigmento se lograría mediante una masa de óxido de hierro con algún tipo
de aglutinante animal. Buena parte de la tonalidad no se puede apreciar en la
actualidad debido a los sedimentos que permanecen adheridos a la superficie,
que por ahora se han consolidado para no dañar el pigmento y poder retirarlos
posteriormente para la puesta en valor.
De esos tres tramos de corredor, el primero de
ellos no estaría recubierto, a la vista de la forma y tamaño de las piedras
encontradas en los laterales, que no estarían dispuestas para acoger la
estructura superior. El resto de la cubrición del corredor se ha desmontado
para proseguir con la excavación puesto que el dolmen no permitía trabajar
desde el interior. Algunas de las piedras retiradas alcanzan unas dimensiones
de 20 cm de espesor, con una longitud de hasta 2 metros en la parte central del
túmulo.
En uno de los tramos del corredor se han
encontrado restos óseos con altares de arcilla pintados de rojo, con ceniza y
hasta 100 puntas de flecha que evidencian estar enmangadas y contenidas en
algún recipiente vegetal, que al desaparecer, depositarían las puntas en una
misma alineación. En cualquier caso, todo parece indicar que se trata de un
ritual realizado en el exterior y ofrecido posteriormente en el interior, si
bien es cierto que la ritualidad apenas sí se conoce por algunos vestigios
estudiados.
En cuanto al sistema constructivo de las
cámaras, destacar que mientras que en el pequeño tramo de corredor que separa
ambos espacios se ha encontrado una cubrición mediante aproximación de hiladas,
no puede decirse lo mismo de las cámaras. En estos lugares, a parte de la
expoliación y la desaparición de ortostatos, la evidencia estratigráfica
muestra en el arranque de la cubrición una marga grisácea de aporte, dispuesta
a su vez también en el trasdós de las losas de pizarra a modo de alicatado.
Cámara principal |
Se deduce por ello que no hubo elemento pétreo
intermedio entre el trasdosado y el arranque, resolviéndose por tanto la
cubrición mediante algún tipo de cubierta terrosa. Para refutar esta teoría se
encargó una prueba de cálculo estructural a la Escuela de Arquitectura, donde
se ha podido comprobar por medios informáticos que era posible cubrir los 4
metros de diámetro de la cámara mediante arcilla y un encofrado provisional. No
conformes con el resultado, se han encargado otras pruebas de viabilidad de la
construcción en base a la forma, semiesférica o troncocónica, e incluyendo
otras variables como la apertura de un hueco superior en la cubierta o el
aumento del aporte tumular.
Cuentas ornamentales de caliza |
La excavación en la subcámara
La cámara secundaria fue expoliada durante la
ocupación romana en el siglo I a.C., cuando se removió el interior y se robaron
las lajas. No obstante, se encuentra un registro material bastante rico,
compuesto por cerditos de marfil, lámina oculada, puntas de flecha, colmillo de
elefante, huevo de avestruz y entre 20-30 mil cuentas de collar.
Se han localizado restos óseos, de los que resta
comprobar si se trata de uno o más individuos, la época de la que proceden o si
en cambio vienen de la necrópolis romana localizada en la zona.
Sobre el sistema de cubrición, al hilo de lo
comentado anteriormente, aparecen restos de la bóveda en el trasdós de la cámara,
con huellas de postes para la cimbra durante la construcción. Llama la atención
que el suelo, compuesto por pavimento de arcilla, conserve los restos de una
hoguera realizada previamente a la deposición de los restos humanos.
La excavación en la cámara principal
Conserva restos humanos en dos zonas
diferenciadas, y aunque a simple vista pueda parecer un osario, los huesos
encontrados guardan una posición organizada en su conjunto. Es de señalar que
una parte de la cámara fue expoliada después de la adyacente, por lo que existe
material removido y además alterado por la irrupción de un túnel romano que
secciona un lateral del espacio.
La excavación ha posibilitado el estudio del
enterramiento coetáneo de hasta 20 individuos, de los cuales 13 de ellos se ha
podido constatar que eran mujeres de entre 25-35 años. Con esto se descarta la
posibilidad de que se trate de un enterramiento familiar o de individuos de
varias generaciones.
El ajuar se encuentra concentrado en un punto de
la cámara, con cerámica de borde almendrado, dispuesta frente a una estela
caída sobre el suelo, decorada con barro pintado de blanco y un borde rojo. A
su lado se encuentran dos enterramientos y, separados a parte, el resto de
individuos dispuestos en decúbito lateral alternando la posición lateral a
derecha e izquierda.
Junto a la estela del hipotético altar se
encuentra una llamativa peineta de marfil, una alabarda, un disco de marfil,
una lámina de sílex, una espátula con perforaciones y un vaso de marfil.
Aparecen también 11 platos de borde almendrado
apilados unos encima de otros, con agujas de hueso sin perforación. El conjunto
del plato pintado de rojo y el cuchillo de lámina de sílex presentan restos
oléicos, lo que evidencia su utilización como ofrenda alimenticia. Todo se
encuentra dispuesto sobre una especie de mantel realizado con material textil y
rematado con una cenefa de cuentas.
La indumentaria
La extraordinaria complejidad con la que se
elaboraron los trajes ha traído de cabeza al grupo de arqueólogos,
especialmente a la hora de representar la posición de todos los elementos que
componían la vestimenta, para luego posteriormente poder establecer hipótesis
sobre su ubicación original dentro de la composición formal que adornaba el
traje funerario.
Se aprecia una profusa utilización de cuentas en
disposición transversal, junto a cenefas de ámbares y piedras. Todo ello en
distintas composiciones, desde las que podían abarcar el cuerpo completo o
aquellas que solamente revestían la mitad del mismo. Se han encontrado los
restos de costuras laterales y un motivo central en el conjunto de la
vestimenta, a parte de algunas zonas con putrefacción, que evidencian la
presencia de algún material perecedero como podría ser el cuero.
Entorno a los restos óseos que se ubican a los
lados del altar se localizan dos piezas que responden a las características de
unas peinetas, una de ellas decorada con unos llamativos motivos zoomórficos,
lo que la convierte en un hallazgo único en el calcolítico.
Estos vestigios singulares ponen de relieve la
existencia de una sociedad evolucionada relacionada con el medio en el que vive
y que genera una serie de excedentes que no provenían de la agricultura
principalmente, puesto que no se ha encontrado nada en los análisis polínicos,
sino de la explotación del bosque y la ganadería. No obstante, éste y otros
aspectos, los trataría posteriormente el profesor José Luis Escacena en su
charla de interpretación sobre los resultados de las excavaciones.
Autor/a
Paco Vera Usabal
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